sábado, 28 de marzo de 2009

Nombres

Siempre he tenido la a veces dudosa capacidad para no pasar de puntillas por los sitios, y ello me ha proporcionado una amplia gama de calificativos por parte de los demás, tanto buenos como menos buenos. A nivel laboral es algo parecido: trabajar fundamentalmente con niños hace que haya respondido a una variedad de nombres entre los que están el de profe (el más habitual), profesor, maestro, Juan, monitor, tito, señor, señorito o incluso payo (Vero y Elena "¿quieres un poquito de romero?" Moreno sabrán bien a qué me refiero). En ocasiones, posterior chufla generalizada incluída, algún pequeño se ha confundido y me ha llamado papá, ante lo que he reaccionado con naturalidad y una sonrisa en la boca, diciéndole que “papá está en el trabajo y luego vendrá a recogerle”. Pero el otro día me ocurrió lo inesperado: en pleno ataque de ansiosa búsqueda de atención personalizada por parte de un niño de 5 años, ya que mi tiempo estaba siendo repartido entre los otros 40 compañeros y compañeras, éste tiró de mi manga y un lapsus mental le llevó a llamarme “mamá”. Ya os podéis imaginar el pitorreo del resto; quedé con cara de haba durante un buen rato. Quién me iba a decir a mí hace unos años que en mi vida alguien me iba a llamar mamá alguna vez. Si no fuera porque este trabajo te sorprende cada día, diría que ya lo he visto todo…

3 comentarios:

  1. Para mi lo peor fue cuando me llamaron por primera vez precedido por el "Don".

    ResponderEliminar
  2. Sí, parece que te hagan 10 años mayor, jejeje.

    ResponderEliminar
  3. Pues a mi lo peor q me han dicho ha salido de la boca de un profe:"niña! ponte en la fila", lo mejor es ver la cara que se le queda cuando ven que soy la monitora...

    ResponderEliminar