viernes, 11 de enero de 2013

Solidaridad inusual

Sí, soy otra vez yo. Me he topado con la siguiente noticia que me ha parecido un mirlo blanco que habría que cuidar en lo tiempos que corren, nunca mejor dicho...

Saludos:

Juan


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En el cross de la localidad navarra de Burlada, sucedió un hecho el pasado domingo 2 de diciembre que nos ayuda a seguir creyendo en los valores del deporte.




El atleta keniano, Abel Mutai, medalla de oro de los 3.000 obstáculos hace cuatro meses en Londres, estaba a punto de ganar la prueba cuando, al entrar en una pista donde estaba la meta se creyó que ya había llegado , aflojó totalmente el paso y, relajado, comenzó a saludar al público creyendo vencedor. Lo que le venía detrás, Iván Fernández Anaya, al ver que se equivocaba y se paraba una decena de metros antes de la pancarta, no quiso aprovechar la ocasión para acelerar y ganar. Se quedó a su espalda, y gesticulando para que la entendiera y casi empujándolo, llevó al keniano hasta la meta, dejándolo pasar por delante.



Iván Fernández Anaya, un corredor vitoriano de 24 años que está considerado un atleta con mucho futuro (campeón de España de 5.000 metros en categoría promesas hace dos años) afirmó al terminar la prueba: "Aunque me hubieran dicho que ganando tenía plaza en la selección española para el Europeo, no me habría aprovechado. Creo que es mejor lo que he hecho que si hubiera ganado. Y esto es muy importante, porque hoy en día, tal como están las cosas en todos los ambientes , en el fútbol, en la sociedad, en la política, donde parece que todo vale, un gesto de honradez va muy bien ".

Lo decía al principio: desgraciadamente, se ha hablado muy poco de este gesto. Y es una lástima. En mi opinión, estaría bien explicarlo a los niños, para que no piensen que el deporte es únicamente lo que ven por la tele: patadas violentas a raudales, declaraciones pijos, dedos en los ojos de los contrarios ...



"Más importante que el triunfo son los valores que transmite, que no vale ganar a cualquier precio, sino permaneciendo fieles a un estilo, a una forma de ser y a una identidad."



domingo, 19 de febrero de 2012

Invierno


Bajo el sol que no calienta
es donde yo me desnudo
y al mal tiempo buena cara.

Luzco con porte la cresta,
sin verde manto ni escudo
que se pueda echar en falta.

Estilizadas arrugas,
la belleza que perdura
en esteparia corteza.

Al compás con mis hermanos
el corazón en letargo
se fortalece en la espera.


martes, 22 de noviembre de 2011

Lo contrario a la democracia

Como tocaba cuando a una persona le pillan las elecciones fuera de su hogar, solicité ejercer por vía postal mi derecho al voto, en esta ocasión más obligación de ciudadano. Entre mi solicitud tardía y el colapso lógico a la hora de recibir la papeleta, me encontré en la oficina de Correos la última tarde y a última hora y, claro, la cola era exactamente de ochenta y tres personas. Como esta vez no iba muy convencido a votar porque el panorama político, sea del color que sea, no es de mi agrado, ese estado de ánimo y la tienda de campaña que parecía que iba a tener que montar allí para enviar un sobrecito hizo que decidiera olvidarme del asunto, irme por donde llegué y no perder un solo minuto más de mi vida en aquello; no es un gesto del que sentirse orgulloso, pero si no soy del todo sincero me parece que el testimonio carece de valor. Entonces ocurrió algo. Justo delante de mí había un muchacho de unos veintipocos con la papeleta fuera del sobre, expuesta sobre la mano izquierda, y a su lado el documento de identidad. Con la mano derecha sostenía el teléfono móvil con el que se grababa a sí mismo en un “acuse de recibo” metiendo la papeleta y entregándola al empleado que se encargaba de la gestión. La grabación incluía un instante enfocando su propio rostro para cualquier comprobación de que la foto del DNI se correspondía con la persona que votaba.

Habían asegurado por televisión el día anterior que unos desalmados aprovechaban las elecciones para comprar el voto por Internet por una suma cercana a los cien euros, y recuerdo que pensé sin más “hay gente para todo”, pero verlo directamente me causó gran impacto y un irracional, extrañamente visceral deseo de defender la democracia que arropa un proceso electoral que ya he comentado no me tenía entusiasmado, lo cual no deja de resultarme todavía llamativo. Ver la desfachatez con la que actuaba aquel tiparraco que ignoraba las caras censuradoras de los demás, y al que la ausencia de pruebas de lo que estaba haciendo con exactitud le otorgaba cierto porte chulesco de impunidad, me impulsó a no abandonar la cola, y ya que no podía evitar lo que estaba viendo, la no se si absurda idea de participar con mi voto libremente para “contrarrestar” aquella opinión contagiada por intereses particulares me hizo pasar allí horas hasta que llegó mi turno. Fue una reacción insólita en alguien que se tiene como bastante templado y descreído en asuntos políticos, pero el caso es que me sentí mejor, y me abandonó esa sensación de no formar parte de nada que me mordisqueaba los adentros cuando sopesaba mi no participación cívica y social. Es verdad que a veces tenemos que ver atacado de la manera que sea lo que tenemos para que seamos conscientes de que en realidad nos importa, y no se me ocurre nada más opuesto a la democracia que disponer de tu voto y del de otra persona porque posees dinero para pagarle por ello. No merece la pena discernir cuál era el partido político que había conseguido la “confianza de este fiel seguidor”, porque supongo que sería bastante injusto por mi parte, pero si triste es vender tu voluntad al mejor postor, repugnante es la palabra que se me viene a la cabeza cuando pienso precisamente en el postor que ejerce el poder que tenga para someter la opinión de los demás. Creo que se trata de una por fortuna anecdótica historia de trastienda que merecía la pena compartirse.

martes, 4 de enero de 2011

Queridos Reyes Magos:

Me asomo a esta conversación anual con ustedes bajo el paraguas colectivo en el que se mueve la sociedad, que se encuentra especialmente azotada por el resultado de un nubarrón de problemas y economías tiritando. Es por ello que aunque este año he sido razonablemente bueno, y Sus Majestades saben lo complicado que ello resulta, el pudor me obliga a no hacer aflorar mi lado pedigüeño; sin embargo, ya que estamos, y como nos comunicamos tan poca frecuencia, no quiero desaprovechar la ocasión para saludarles y realizar, más que una petición, una esperanza.

En el año que acabamos de estrenar me gustaría mucho, comenzando por la grandiosa visita de los Reyes de Oriente, que todos volviéramos un poco más la vista hacia los más pequeños de cada casa, no sólo por la ternura que despiertan, sino por verdadera responsabilidad que cada ciudadano, tenga hijos o no, debería asumir en los tiempos de apatía y debilidad formativa (que no siempre quiere decir formadora) que nos azota. La infancia es cosa seria, ustedes mejor que nadie me entenderán, y no cuesta demasiado darse cuenta de que, a su manera y con su lenguaje, los niños tienen una voz que debería tomarse mucho menos a la ligera; porque si somos tan estúpidos de creer que por tener la voz aguda y carecer de experiencia simplemente dicen tonterías, éstos acabarán convirtiéndose en adultos encorbatados diciendo tonterías aún mayores, dirigiendo nuestros designios, sin mejor alternativa y con muy poco remedio.

Desearía que se diera a quien educa, en el amplísimo sentido de la palabra, el valor que realmente posee su trabajo; mejor aún, desearía que de alguna manera, todos aportáramos nuestro mayor o menor grano de arena en la playa de la educación integral, que más que una palabra que denote dieta sana, se refiere a no reducir la formación intelectual y humana a unas cuantas horas al día en periodo lectivo.

Dirijo estas palabras a aquellos que representan la felicidad de un “cachorrillo de persona” para que, ya que estamos en épocas de carestía, traigan menos regalos, es inevitable, pero con la misma inteligencia, y ojalá mejor aprovechados con unos familiares que les acompañen de vez en cuando a utilizarlos hasta el desgaste.

Decía mi abuela, que como todas las abuelas era una persona muy sabia, que “si no hay sesera, no hay sesera”, pero qué crimen está cometiendo un colectivo que no hace lo que puede para otorgar a sus futuras mentes brillantes (y a las menos brillantes en igual medida) las herramientas necesarias para que alcancen sus mayores cotas…

Queridísimos, Reyes Magos, este año me conformo con transmitirles mis inquietudes a quien sé que va comprenderlas, y si es posible y, con todo, su infinita generosidad llega hasta mi puerta, quizá esperar algún testimonial obsequio que, por supuesto, será bien recibido.

Como siempre, los polvorones y el agua para los camellos estarán en su sitio habitual. Reciban un cordial saludo y todo mi cariño:

Juanito

viernes, 31 de diciembre de 2010

las disculpas

Pido disculpas abiertamente por haber llevado un trozo de nuestra intimidad al blog, es cierto qeu el tono jocoso puede confundir, y que más bien parece ensalzar el consumo que reprender el exceso de tales sustancias cuando en un blog de monitores que se dedican a educación debiera imperar el sentido común en cuanto a estas cuestiones se refiere... a Anabel en concreto le pido perdone mis palabras en la anterior entrada y espero que sepa entender el error. Prometo no volver a introducir entradas de esta guisa en el blog.
Espero sean aceptadas las disculpas

domingo, 19 de diciembre de 2010

Derivado del endemoniado volumen de alcohol ingerido en la última cita, el viernes pasado, con los compañeros más queridos de trabajo que he tenido nunca... permanecí en estado de shock gastroenteritico-neurotóxico-espasmódico-galopante durante todo el sabado... de hecho escribo ahora desde un olimpo que jamás hubiera soñado habitar, el de aquellos que han vuelto a la vida después de navegar por la Estigia... y justo que ahora como buen juerguista prometo no volver a beber más en la vida, todos sabemos que volveré y espero entonces qeu me acompañéis en ese tránsito... porque lo verdaderamente malo de beber me he dado cuenta qeu es dejar de hacerlo... imaginense que en pleno vigor y énfasis de mi disfrute vital, en aquellos bailes efímeros y dionisíacos, embriagado de efluvios etílicos, hube de irme a casa y ahí comenzó lo malo, la maldita habitación giratoria que alquilamos hace ya mas de tres años le da por accionarse precisamente esa noche, y claro hube de soltar líquidos como ritual básico descongestivo... a la mañana siguiente tenía el martillo pilón golpeándome la cabeza y me dió por intentar calmar sus ansias con Ibuprofeno 600 mg en una dosis efervescente de sabor anaranjado que como no era de extrañar, duró entre mis pieles lo que dura una loncha de coca en el servicio de la Copera (Vease discoteca frecuentada por jóvenes de la noche granadina), igual maniobra se obró con la manzanilla, el arroz blanco y demás... y yo solo me pregunto ¿Porque me fui de aquella fiesta?

Ya estoy recuperado... el primperan y el omeprazol pueden hacer milagros...
Espero que lo pasaraís muy bien y que repitamos, pero dejando algo de alcohol a las pobres almas qeu quieran disfrutarlo... jejejeje

sábado, 18 de diciembre de 2010

El derecho a soñar

Ahí os dejo un inspirador texto que he oído en boca de Eduardo Galeano.


"Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.

Sin embargo, aunque no podemos adivinar el mundo que será, bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura en los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron en 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed.

Deliremos, pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies.

En las calles, los automóviles serán pisados por los perros.

Los cocineros no creeerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.

La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

El aire estárá limpio de los venenos de las máquinas, y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos. Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor.

El mundo ya no estará en guerra con los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.

Una mujer, negra, será presidente de Brasil y otra mujer, negra, será presidente de los Estados Unidos de América.
Una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú.

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas.

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.

En Argentina, las locas de la Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.

La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las piedras de Moisés:
El sexto mandamiento ordenará: "Festejarás el cuerpo".
El noveno, que desconfía del deseo, lo declarará sagrado.

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a hacer el servicio militar, sino los que quieran hacerlo.

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.

La Iglesia también dictará un undécimo mandamiento, que se le había olvidado al Señor: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte".

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.

Todos los penitentes serán celebrantes, y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día que no sea vivido como si fuera el primero."