domingo, 7 de febrero de 2010

La princesa y el balón

Cada sociedad cuenta con un grupo de creencias, maneras de comportarse, ideas de lo correcto e incorrecto y valores que las hacen distintas de las demás, que las caracterizan y las retratan: todo ello, con sus partes positivas y también las negativas es lo que conocemos como cultura. A medida que el tiempo va transcurriendo la evolución de las personas va adaptando dichas reglas no escritas a la nueva manera de vida, constituyendo la nueva “mentalidad colectiva y aprobada”. Así es y supongo que así debe ser.


Y en esas nos topamos con que, mientras en nuestro ámbito, los hombres no se visten con faldas, en Escocia lucir el kilt es motivo de orgullo; o poder observar que, mientras hace tiempo sólo se vestían las mujeres de rosa, ahora ese color también forma parte del fondo de armario masculino. Todo esto viene como introducción a exponer que la cultura pede suponer una forma de enseñarnos a convivir con nuestros semejantes de igual modo que, mal usado, puede lastrarnos mucho más de lo que imaginamos.

Como ejemplo me centraré en el “aprincesamiento” que han sufrido y siguen sufriendo las niñas. Siempre me ha resultado una soberana imbecilidad esa aspiración de las pequeñas por ser princesas que esperan a un príncipe que las quiera mientras se peinan los tirabuzones vestidas de riguroso rosa pastel. Afortunadamente, luego se les va pasando la locura transitoria, pero siempre queda la posibilidad de roles residuales cuando una o uno lo va asimilando desde muy pequeño, que es cuando son esponjas; y de ello mucho tienen la culpa familiares, televisión y Walt Disney (tenía que decirlo).


Me da un vuelco en los higadillos cada vez que oigo “a mi lo que me gustan son las películas de princesas, porque soy una niña”, “el deporte es cosa de chicos” (seguro que en eso estaba pensando Arantxa Sánchez Vicario cuando ganó su primer Roland Garros), “no se viste de rosa”, o “búscate un hombre que te quiera” (y te tenga llena la nevera, como si una fuera incapaz de abrirla solita). Parece mentira que haya siquiera que decirlo, pero estas cosas todavía ocurren. El otro día me contó una mamá con aire guasón que a su retoña de 3 añitos le habían traído los Reyes Magos una cocinita, un cubo y una fregona “para que se vaya acostumbrando”. La profunda tristeza que me invadió lleva mordisqueándome desde entonces, y no he parado hasta compartir mi vergüenza ajena con vosotros…

2 comentarios:

  1. Esta mañana he ido a solicitar plaza para nuestra pequeñita, que ahora tiene 2 añitos y medio (recien cumplidos), a el colegio Pilar Izquierdo. Le he pedido a la secretaria información sobre Aula matinal y me ha dado las referencias del servicio de CIEMPIES. Cuando he llegado a casa, visito vuestra página Web, vuestro genial blog, y tanto mi pareja como yo mismo lo tenemos muy claro; nuestra hija estará en las mejores manos. Representais unos valores que deseamos inculcar en nuestra pequeña. Despues de leer embelesado los articulos de vuestro Blog, debo de felicitaros por vuestra magnifica declaración de principios y expresaros mi admiración por el trabajo tan importante y trascendente que prestais a esta sociedad cada vez , quiero pensar, mas consciente de la importancia de la educación de los peques. Gracias.

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  2. Enrique, me consta que tu hija estará en estupendas manos en el Pilar Izquierdo. Un saludo cordial.

    Juan

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